La de este guapetón es otra triste historia entre tantas. Nuestro ÍKER llegó a nosotros después de ser abandonado en los alrededores de Villanueva sin contemplaciones y sin medir las consecuencias, entraba en parcelas cercanas buscando refugio, comida, agua,... y sólo recibió desprecios hasta que finalmente por suerte, cayó en nuestras manos. Tenía muchísimo miedo, desconfiaba mucho de las personas, e incluso se hacía pipí del miedo cuando nos acercábamos a él... estaba aterrado.
ÍKER estaba constantemente asustado e inseguro debido a su mala experiencia con los humanos, pero gracias a la paciencia, cuidados y amor de los voluntarios y de su estancia en una casa de acogida ha conseguido superar sus miedos y ahora es un perro simpático, cariñoso y cercano. Le encanta salir a correr y jugar con sus compañeros de chenil, es muy vivaracho y salsero, además de noble y encantador!!
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