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Sophia entró en la perrera con una cadena de metal atada al cuello y una patita en muy malas condiciones. Por más que se esforzaron, los veterinarios no pudieron salvar un pedazo de su patita pero eso no impide que nuestra pequeña lleve una vida normal y, sobretodo, feliz. Aunque Sophia ha sufrido mucho, no le guarda rencor al ser humano y es una perra cariñosa, sociable y juguetona. Se lleva bien con otros perros.
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