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Beneficios de tener una mascota para la salud mental
6 de octubre de 2025

Beneficios de tener una mascota para la salud mental

Introducción

Tener una mascota, ya sea un perro o un gato, va mucho más allá de la compañía física: influye directamente en nuestro estado emocional, en la gestión del estrés y en la calidad de vida. En este artículo exploramos, con un enfoque práctico y basado en evidencia, los principales beneficios psicológicos de convivir con animales, por qué funcionan y cómo aprovecharlos sin idealizar la relación.

Contexto y antecedentes

Durante décadas investigadores en psicología, salud pública y medicina han analizado la relación entre humanos y animales de compañía. Observaciones clínicas y estudios epidemiológicos sugieren que la presencia de mascotas se asocia con mejoras en la salud mental: menores niveles de ansiedad y soledad, y mayor sensación de bienestar. En las últimas dos décadas, la evidencia se ha reforzado con mediciones fisiológicas (hormonas del estrés, presión arterial) y encuestas poblacionales.

Además, el crecimiento de las terapias asistidas por animales y los programas de intervención en centros de salud mental y residencias de mayores han popularizado el uso de animales para mejorar procesos terapéuticos, lo que respalda su impacto más allá del afecto cotidiano.

Desarrollo

Efectos fisiológicos: menos estrés, más calma

Una de las vías más documentadas es la reducción del estrés. Interactuar con una mascota —acariciar a un gato, jugar con un perro— puede disminuir los niveles de cortisol (la hormona del estrés) y aumentar la oxitocina, asociada al vínculo y la confianza. Estos cambios no solo se sienten como calma momentánea: con el tiempo ayudan a regular mejor las respuestas frente a situaciones estresantes.

Compañía y reducción de la soledad

La compañía constante de un animal combate la sensación de aislamiento. Personas que viven solas o mayores que conviven con mascotas reportan menor percepción de soledad y más motivación para interactuar con su entorno. Esto tiene un efecto protector frente a la depresión: varios estudios muestran reducciones en indicadores depresivos en personas con mascota, especialmente cuando la relación con el animal es estable y cuidada.

Rutina, responsabilidad y sentido

Cuidar de otro ser implica crear hábitos: alimentar, pasear, limpiar, jugar. Estas tareas estructuran el día y ofrecen un sentido de propósito que es terapéutico por sí mismo. Para quienes atraviesan episodios depresivos o ansiedad, pequeñas responsabilidades pueden ser un anclaje que facilite la recuperación.

Actividad física y conexión con el entorno

En especial los dueños de perros suelen aumentar su actividad física diaria: paseos regulares significan más movimiento, aire libre y exposición a la luz natural, factores que influyen positivamente en el estado de ánimo. Incluso incrementos moderados de actividad (20-30 minutos al día) están asociados a mejoras en la energía y en la regulación del sueño.

Apoyo emocional y regulación afectiva

Las mascotas ofrecen un apoyo incondicional que facilita la expresión emocional sin juicio. Para personas con trastornos de ansiedad, estrés postraumático o dificultades para expresar emociones, los animales actúan como receptores seguros que ayudan a desactivar estados emocionales intensos.

Terapias asistidas y beneficios clínicos

Las terapias asistidas por animales (con perros, gatos u otros animales) han mostrado beneficios en procesos terapéuticos: mejoran la motivación para participar en sesiones, facilitan la apertura emocional y potencian habilidades sociales en pacientes con trastornos del espectro autista o con dificultades de comunicación. En entornos de salud, la presencia controlada de animales puede complementar tratamientos tradicionales.

Limitaciones y cuidado responsable

Es importante señalar que una mascota no es una cura mágica. La relación debe ser responsable: elegir un animal que se adapte a tu estilo de vida, proveer cuidados veterinarios, tiempo y recursos. Además, personas con alergias, fobias o condiciones específicas deben evaluar alternativas (relación con animales no presenciales, programas de terapia asistida en centros). El bienestar del animal también es central: una mascota estresada o mal cuidada no genera beneficios reales.

Ejemplos y casos prácticos

Caso 1: María y Luna (perro)

María, que vivía sola en la ciudad y trabajaba muchas horas, adoptó a Luna, una mestiza de tamaño mediano. Con el tiempo María notó que salir a pasear con Luna le obligaba a desconectar del trabajo, respirar y socializar con vecinos y otros dueños. Su sueño mejoró y la sensación de soledad se redujo. La rutina de cuidado se convirtió en una rutina de autocuidado.

Caso 2: José y Nube (gato)

José, jubilado, adoptó a Nube desde una protectora. La presencia silenciosa del gato, junto con el acto de cuidarlo, le dio a José compañía y motivación para levantarse cada mañana. Además, los momentos de juego y de acurrucamiento redujeron sus episodios de tristeza y aumentaron su interacción con familiares.

Caso 3: Intervención en un centro de salud

Un centro de rehabilitación incorporó sesiones semanales con un perro entrenado para terapia. Pacientes señalaron mayor disposición a participar en actividades grupales y una mejora en la comunicación. Los profesionales observaron menores niveles de tensión en sesiones con la presencia del animal.

Conclusión final y reflexión

Tener una mascota puede ser una herramienta valiosa para mejorar la salud mental. Los beneficios son múltiples: reducción del estrés, menor sensación de soledad, incremento de la actividad física y un sentido renovado de propósito. No obstante, conviene abordarlo con responsabilidad: evaluar necesidades personales, condiciones de salud, y garantizar el bienestar del animal.

Si estás pensando en adoptar, infórmate en protectoras y refugios locales: además de ofrecerte compañía, darás una segunda oportunidad a un animal que lo necesita. La relación humana-animal puede transformar rutinas y emociones: con cuidados adecuados, la convivencia con perros o gatos es una vía real y accesible para fomentar el bienestar mental.

Reflexión: la clave no está solo en tener una mascota, sino en construir una relación basada en respeto, cariño y responsabilidad. Cuando ambas partes prosperan, los beneficios para la salud mental son profundos y duraderos.

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